sábado, 21 de junio de 2008

Sobre la Reforma

“Argentina 1918, la Universidad de Córdoba 1918. He aquí los polos de una contradicción que debía estallar”. J. C. Portantiero.


La Universidad de Córdoba era un reducto de las élites, era medieval y monástica, un reducto de fuerzas reaccionarias. Los académicos de Córdoba eran fieles representantes de su clase y de sus intereses de clase, controlaban rigurosamente el nombramiento de profesores, confeccionaban a su gusto los planes de estudio impidiendo la más leve filtración de espíritu crítico, manteniendo así una formación educativa sujeta a las cadenas de la Edad Media.

En la Argentina en 1916, por primera vez en la historia, llegaba al poder una fuerza política elegida por la mayoría de la población, la Unión Cívica Radical, por medio del sufragio universal, secreto y obligatorio (Ley Sáenz Peña) que a través del Presidente Hipólito Yrigoyen expresaba su voluntad de transformación social y cultural, su voluntad de que el pueblo pueda acceder a la educación, porque un pueblo sin educación está predestinado a gobiernos despóticos, ya que es fácilmente manipulable y éste no es, ni ha sido el objetivo de la UCR, sino como se demuestra en los hechos todo lo contrario.

El país se encontraba en un proceso de cambio. A mediados de 1917 comienza a encenderse la chispa de reforma universitaria. Los estudiantes comenzaron a realizar petitorios a las autoridades de la universidad, como por ejemplo, la sustitución del sistema vigente de provisión de cátedras.

Luego de las vacaciones de verano, comienzan a realizar asambleas y resuelven ir a huelga si no obtienen respuestas positivas de las autoridades universitarias. Tenían claro que el clima político del país favorecía la probabilidad de conquistar sus reivindicaciones. Existía gran coincidencia entre los reclamos estudiantiles y la política del radicalismo.

Se realizaron las primeras manifestaciones callejeras. El Consejo Superior de la Universidad resolvió “no considerar ninguna solicitud”. Los estudiantes llaman a huelga general por tiempo indeterminado y piden al gobierno nacional la intervención.

El gobierno de Yrigoyen responde positivamente a las demandas de los estudiantes y nombra a José N. Matienzo como interventor de la Universidad cordobesa. Éste comprueba irregularidades, propone democratizar los estatutos, deja los cargos de decanos y rector vacantes y llama a elecciones el 28/5 y 15/6 respectivamente. Los estudiantes contaban con todas las posibilidades para que gane su candidato, pero fueron traicionados por los profesores y gana el candidato conservador Nores (miembro de la Corda Frates).

Cuando se conocen los resultados estalla el conflicto, los estudiantes llaman a huelga general, las Universidades de Tucumán, Santa Fe, La Plata y Buenos Aires adhieren a ella, extendiéndose así a todo el país. El 21/6 dan a conocer un documento de gran importancia, que luego se llamó el Manifiesto Liminar de la reforma, donde plasmaron sus reivindicaciones y la proyección continental.

Los conflictos y enfrentamientos se suceden hasta que Yrigoyen decide profundizar la reforma, nombrar como interventor nada más y nada menos que al Ministro de Justicia e Instrucción Pública de su gabinete, el Dr. José S. Salinas. Se suscribe un decreto estableciendo la modernización científica, la gratuidad, el cogobierno estudiantil y la autonomía universitaria.

Traduciendo en hechos concretos los ideales del radicalismo de democratización de las estructuras de la sociedad. Ahora todos los argentinos tenían libre acceso a la Universidad.
La reforma se extendió a todas las Universidades del país. Luego, como habían intuido los estudiantes, a América Latina, era la “hora americana”.

María Herminia Greco

   POLÍTICA & OPINIÓN © 2008 | Edición al cuidado de Guillermo Santa Eugenia