La viuda de Saúl Ubaldini le pidió perdón a Ricardo
Estuvo en el velatorio de Raúl Alfonsín y allí, con un abrazo a su hijo, se disculpó en nombre de su marido, el histórico dirigente de la CGT, por los paros que él le había organizado. Marga estuvo al lado de Saúl durante los últimos trece años de su vida. Dice que cuando él se enfermó, en 2006, el ex presidente lo llamó y ellos también aclararon viejos rencores.
Presente. Vive en Villa del Parque con los hijos que tuvo con Saúl: María Eva, de 13 años, y Nicolás, de 8. Tiene una pensión y una empresa de paginas web.
Cuando conoció a Saúl Ubaldini, en Mar del Plata, en el verano de 1993, no tenía una idea acabada de cuán importante había sido su figura como dirigente de la Confederación General de Trabajadores (CGT) durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Mucho menos, recordaba que alguna vez el ex presidente –por entonces en función– lo había llamado “mantequita”.
En 1983, a pesar de ser peronista “de cuna” –sus padres eran casi devotos de Evita y Perón–, Marga Muñoz había votado por el radicalismo porque Italo Argentino Luder no la convencía. Además, ella conocía un poco mejor a Alfonsín porque parte de su juventud la pasó en Chascomús, donde formaba parte del grupo de amigos del hijo mayor de fallecido mandatario. Y, tiempo después, hasta compartió con su novio de entonces una cena con él y su esposa, María Lorenza Barrenechea.
Convertida en esposa de Saúl Ubaldini, conoció de cerca muchos colegas de su marido y se interiorizó mucho más durante la investigación que realizó para el libro que hizo sobre él. También aprendió a la fuerza que ser la mujer de un sindicalista no es fácil: “Cuando en la época de De la Rua se votó la ley de flexibilización laboral hubo gente que salió a decir: ‘Seguro que les pusieron plata’. Por cosas así una vive señalada sin razón”.
Reencuentro. Enterada de la muerte de Alfonsín, participó del funeral y en el velatorio que se hizo en el Salón Azul del Congreso Nacional, se abrazó con Ricardo, el hijo dirigente del caudillo radical, y se disculpó en nombre de Saúl por los embates que éste le había hecho a su padre. Algo que, según relata en este reportaje, ambos políticos ya habían saldado telefónicamente. Y en algún sentido, Marga cree que ellos tuvieron una vida con ciertos paralelismos: brillaron en una misma década, murieron de la misma enfermedad y a la misma hora.
Víctima de la inseguridad, hace dos años debió dejar la casa que armó junto a su marido y se mudó con sus dos hijos a un departamento, en Villa del Parque. Ahí, Marga, viuda de Ubaldini, Nicolás de 8 años y María Eva de 13 se sienten más cómodos. Entre tantos recuerdos, Marga aún guarda en el placard la campera que su marido uso antes de morir. Pero Saúl Ubaldini no fue un sindicalista más en la política nacional sino quien, en su historia, tiene los 13 paros que le hiciera a Raúl Alfonsín
—Hace una semana que falleció Alfonsín y, sin duda, uno de los protagonistas que tuvo su gobierno fue Ubaldini. ¿Qué cosas te contó Saúl de aquellos años?
—A Saúl lo conocí en el ’93 y la etapa de los paros ya había pasado. Siempre me habló muy bien de Alfonsín. Y hablábamos mucho de Alfonsín porque yo había vivido en Chascomús de los 20 a los 25 años y era muy amiga de Raulo, el hijo mayor de don Raúl, como le decíamos; también de Ricardo y de Javier. A la noche nos encontrábamos todos. De Alfonsín tengo la imagen de verlo caminando con las manos en la espalda por el centro de Chascomús, pensando cómo cubría el banco. Siempre vivió humildemente y era por demás familiero. Por aquellos años, estuve de novia con un amigo de Alfonsín, por lo que nos encontramos con él y con María Lorenza en Mar del Plata. Recuerdo que fuimos a cenar a la Taberna Vasca. Es por todo esto que en casa se hablaba mucho de Alfonsín. Una vez fui a la inauguración de un comité, y cuando volví a casa Saúl me dijo: “¿Cómo pudiste ir siendo mi esposa, te ve cualquiera y después qué?”. Pero bueno, esa noche iba Alfonsín y yo no podía dejar de ir. Ahí le dije: “¿Sabés con quién me casé? Con Ubaldini”, y él respondió con asombro: “¡No, no puede ser!”
—Cuando Ubaldini le paró el país a Alfonsín vos no lo conocías, ¿cómo lo viviste?
—Corrijo, como decía Saúl, fueron ocho paros y cinco movilizaciones. En realidad, yo los sufría porque era gerente de personal de una tarjeta de crédito, el personal faltaba, y la empresa me obligaba a descontar esos días. Entonces, de alguna manera, sí lo puteaba a Saúl por todas las complicaciones que me generaba, pero en realidad no sabía quién era, aunque sí sabía que había una persona que hacía paros.
—¿Cómo fue el encuentro tuyo con la familia Alfonsín en el velatorio en el Congreso?
—Cuando saludé a Ricardo, nos abrazamos y le dije perdón en nombre de Saúl. Y lo hice porque creo que Alfonsín no la pasó bien con los paros, se tuvo que ir antes. Mirá qué demócrata era que no puso en riesgo la democracia.
—¿Te comentó Saúl si se arrepintió de alguno de los paros?
—Cuando Saúl estaba enfermo y Raúl lo llamó para ver cómo estaba, le dijo que estaba arrepentido de haber hecho peligrar la democracia con tantos paros y movilizaciones, pero ambos reconocieron que con algunos paros, la CGT obtuvo beneficios como las paritarias, evitar privatizaciones que luego hizo Menem, o frenar la Ley Mucci, en la que Alfonsín perdió por un voto
—¿Existió el pacto militar-sindical?
—No sé. Según Saúl, no.
—¿Sentís que a Saúl lo usaron?
—No sé si lo usaron o si él también estuvo en el tema.
—¿Tu marido era de los que nunca se conformaba con nada?
—-No, en la vida privada era un tipo conformista, era el de las milanesas con papas fritas, sencillo, y nunca vivimos en el lujo. Vivimos muy bien y seguimos viviendo bien. No murió pobre, tal vez un poco mejor que un trabajador porque fue un dirigente con mucha trayectoria y diputado nacional durante ocho años. Como Alfonsín, que no murió pobre sino decentemente, como Ubaldini
—Para muchos, Ubaldini tenía mucho dinero y propiedades.
—Se dicen muchas cosas: un campo en Ramallo, la casa de Bermúdez y Simbrón, el barco, hasta que tenía una fundación, recibí mensajes, anónimos, avisos... pero no sé nada. Saúl sí me dejó dinero en Cerveceros, que como es de conocimiento público me robaron mientras estaba de vacaciones. Meses más tarde, sus amigos que no están en política hicieron una vaquita y me restituyeron casi el total de lo robado, US$ 55 mil de los US$ 60 mil, dinero con el que estoy por inaugurar en muy poco tiempo un emprendimiento bastante importante.
—¿De qué vivís?
— Tengo la pensión que gestioné como diputado nacional de Saúl, organizo eventos, con un socio realizamos páginas web a muchas empresas importantes. Además, un amigo de Saúl de la juventud que no siguió en la política le regaló a los chicos aproximadamente cuarenta hectáreas de campo, y luego de construir una mini-quinta y por supuesto la pileta y un quinchito, comenzamos a trabajarlo en forma industrial.
—¿Nadie de la política te preguntó si necesitabas algo?
—El único que tuvo un reconocimiento fue Néstor Kirchner, que me hizo llamar a través de Parrilli para preguntarme qué necesitaba.
—¿Pensás que mucha gente que estuvo a su lado en momentos de gloria no lo acompañó en su funeral?
—A Saúl lo despidió el peronismo y quienes sin ser peronistas hoy quieren representar al peronismo. Incluso ministros del actual gobierno, aunque no Néstor ni Cristina Kirchner, que sí enviaron una corona. En cambio, Carlos Menem no vino pero sí estuvo en el de Alfonsín y sin embargo, le debía a Saúl el haber ganado las elecciones. El Tula (N. de la R.: histórico y colorido personaje menemista) también estuvo, pero también lo encontré en el velatorio de Alfonsín, y en el de Herminio.
Fuente: Por Graciela Russo para Perfil en http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0355/articulo.php?art=13830&ed=0355