jueves, 23 de abril de 2009

(Malas) prácticas políticas

Platón describió en su mito de la caverna una gruta cavernosa, en la cual se encuentran unos hombres prisioneros desde nacimiento por cadenas que les sujetan el cuello y las piernas, de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna sin poder nunca girar la cabeza. Justo detrás de ellos, se encuentra un muro con un pasillo y, seguidamente y por orden de lejanía respecto de los hombres, una hoguera y la entrada de la cueva que da al mundo, a la naturaleza. Por el pasillo del muro circulan hombres cuyas sombras, gracias a la iluminación de la hoguera, se proyectan en la pared que los prisioneros pueden ver.

En esta alegoría, los encadenados no pueden considerar otra cosa verdadera que las sombras de los objetos. Debido a la obnubilación de los sentidos y la ofuscación mental se hallan condenados en tomar por verdaderas todas y cada una de las cosas falsas.

En este mito, el ser humano se identifica como los prisioneros. Las sombras de los hombres y de las cosas que se proyectan, son las apariencias, es decir, lo que captamos a través de los sentidos y pensamos que es real (región sensible). Las cosas naturales, el mundo que está fuera de la caverna y que los prisioneros no ven, son el mundo de las ideas, en el cual, la máxima idea, la idea del bien (o verdad), es el sol. Uno de los prisioneros logra liberarse de sus ataduras y consigue salir de la caverna conociendo así el mundo real. Es este prisionero ya liberado el que deberá guiar a los demás hacia el mundo real, es el símbolo del filósofo.

Al hacer entrar de nuevo el prisionero al interior de la caverna para que dé la buena noticia a aquella gente esclavizada y prisionera de la oscuridad, haciéndoles partícipes del gran descubrimiento que acaba de hacer, a la vez que debe procurar convencerles de que viven en un engaño, en la más abrumadora falsedad para los demás prisioneros, enajenados desde la infancia, le toman por un loco y se ríen de él. Incluso, afirma Sócrates, que si alguien intentase desatarlos y hacerlos subir por la empinada ascensión hacia la entrada de la caverna, si pudiesen aprenderlo con sus propias manos y matarlo, lo matarían; así son los prisioneros: ignorantes, incultos y violentos. Por lo que podemos deducir que los prisioneros no serían participes de abandonar la caverna, quedándose el interior sin saber realmente que hay fuera, sin conocer la verdad.

Podemos hablar de un comportamiento “natural” ¿podemos incluso justificar ciertos accionares primitivos de costumbres con el desconocimiento? ¿y cuando ya hemos superado la etapa del origen, o ya estamos lejos de la era paleozoica, y le damos al ser humano el arte de la clarividencia, la razón y la elección… podemos hablar entonces de decisión, de adicción?

La adicción es el hábito de conductas peligrosas y el consumo de determinados productos de los cuales no se puede prescindir o resulta muy difícil hacerlo por razones de dependencia psicológica.

El fraude es una forma de engaño con la intención de conseguir algo.

Supongamos entonces que esa caverna es la sociedad política, construida y habitada por ciudadanos de la sociedad civil, el origen, y sobre esto quisiera recostarme un instante: no es solo el hombre político, el militante, el dirigente, el responsable único de los males de las repúblicas, nunca estuve de acuerdo con el “que se vayan todos” pareciera que no hay taxistas corruptos, médicos oportunistas, empleados públicos inoperantes, obreros pleiteros, patrones explotadores, amantes infieles y kioskeros que nunca tienen los 10 centavos del vuelto, pero si, si que es responsabilidad mayor la que tienen quienes realizan prácticas políticas y que gracias a esas prácticas obtienen espacios de poder los cueles deben utilizarlos para aplicar leyes idóneas, leyes aplicables, dar el ejemplo cívico y moral y bregar con coherencia por una política fiscal que proteja el dinero devenido del aporte de todos los ciudadanos de una nación y su justa repartición, pero en muchas ocasiones la sociedad política promueve leyes justas y la sociedad civil se encarga de no cumplirlas, creo que el pacto moral es de todos, por más semáforos que se coloquen en vano serán si se los sigue pasando en luz roja.

Entonces entramos en la dualidad del ser democrático, de intentar ser educador y no represivo, sin coerción aplicada, y entendemos lamentablemente que hay que aplicar leyes más duras para generar “temor” en vez de conciencia, una tristeza, porque en post de educar al soberano han hecho desastres las derechas reaccionarias de todo el planeta.

Volvamos a la conformación de la caverna, ya es un hecho político, poblada de ciudadanos devenidos de la sociedad civil, con sus pasiones, sus mitos, sus ideologías, sus apellidos, sus religiones y sus modus vivendis… ¿es la caverna política la que los prostituye? ¿es la institución de lo político la que los promueve, los moldea, los incluye en prácticas inmorales? Podemos pensar que un poco y otro poco… no lo sé, realmente ya no lo sé desde que la política fue separada de la moral hace ya mucho tiempo, es “normal” ver a un político bastante honesto, de esos que se sabe a ciencia cierta que no roba, que no delinque, aplicando prácticas estratégicas que están “legalizadas” dentro del mundo de lo político, y no es una justificación, por el contrario, creo que no se puede justificar ni el más mínimo error y horror moral en post de protegerse en postulados como “son las reglas de la política”

¿Podemos justificar? ¿podemos salvar al menos malo pensando que debe inmiscuirse en ese tipo de prácticas porque las leyes del juego así lo dicen? Si, si, podemos identificar al más malo del menos malo, pero el vicio es el mismo, ahí el hábito de conductas peligrosas de las cuales no se puede prescindir por dependencia psicológica.

Hay que salirse del juego porque todos los resultados vuelven en boomerang a la sociedad civil y es esta sociedad civil la que aporta políticos para sociedad política, taxistas, kioskeros, médicos y obreros.

Volviendo un poco a eso de “que se vayan todos” y en relación al término “juego, reglas de lo político”. Hace poco observaba en la televisión esta nueva moda de los programas en vivo de juegos de azar, especialmente el Poker, el Poker es una práctica psicológica y azarosa en donde especialmente gana al final del juego quien tiene mejores cartas y con ellas hace un juego, un par, una pierna, escalera, color… pero es un juego psicológico en donde se gana también sin mostrar lo que se tiene, dos jugadores se persuaden poniendo en riesgo lo que tienen o bien lo que podrían llegar a perder, hasta que alguno de los dos no puede seguir al que más apuesta y el juego termina, pero quien más persuade no tiene porqué mostrar lo que en realidad tenía en sus manos, es muy común que un par de jotas le gane a un color o a una escalera, depende el jugador. En esto se convirtió la práctica de los enfrentamientos políticos, en dos tipos que no tienen cartas para mostrarle a la sociedad una propuesta de cambio y que se corren entre ellos con dos cuatro de copas en sus manos y se dirimen una lista de candidatos (jugar compulsivamente es perjudicial para la salud).

Hay que salirse de las cavernas, de las sombras.

Luciano Linardi
Lanús Oeste

Fuente: correo de lectores desde la casilla sanmauro@hotmail.com

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