El efecto Kristina
Hace un año, el Kirchnerismo era pura euforia; con un record de superávit fiscal, un crecimiento económico sostenido (supuestos indicadores sociales favorables), Cristina ganó en primera vuelta con el 45% de los votos y su imagen era notablemente favorable, lo mismo que la de su consorte.
Ya en los primeros tiempos, este último verano y recién asumida, vimos una presidenta "part-time", poca afecta al trabajo, digamos. Sin embargo cuando aún los cimbronazos de Wall Street no eran noticia, el Kirchnerismo lanzó una embestida con su política de retenciones móviles, que puso al país al borde un colapso.
La imagen de una presidenta crispada, desencajada, que hablaba de un yuyo, de la oligarquía, compartiendo palcos con D'Elia, terminó con el voto "no positivo" de Don Cleto, con un profundo sabor a derrota que todavía se siente.
La sequía hizo estragos, la recesión en el interior surgió y se mantiene, las políticas agropecuarias no llegaron, pero la dinámica política nos trajo de regreso las valijas de Antonini y una cuestionable re-estatización de Aerolíneas Argentinas de manos del hiperdenunciado Jaime.
Con una notable soberbia, al inicio de la crisis financiera la Reina Cristina se animó al sarcasmo macroeconómico hablando del efecto "Jazz".
Es evidente que este gobierno tiene una absoluta necesidad de fondos públicos, dada la imposibilidad de emitir nuevos títulos, la dificultad de nuestro amigo prestamista Chávez de comprar nuevos bonos dado que el precio del petróleo cayó a la mitad. Estamos frente a una segura baja de la recaudación, un menor precio internacional de los granos. Todo esto altera algo que es el desvelo de los K: la "caja". Así se lanza a la eliminación de la jubilación privada, que su mismo partido creo en los noventa.
Se pretende jubilaciones dignas. Es plausible, hay centeneras de reclamos judiciales, sentencias incumplidas. La historia del Estado echando mano a las cajas no es nueva, y la verdad no parece ser la presente una excepción.
El Kirchnerismo está haciendo aguas, si ya empezó a naufragar en tiempo de bonanzas macroeconómicas, la incapacidad y el autismo ante la crisis nos aterra. El peronismo en general siempre sabe oler por dónde pasa la realidad, así ya algunos alfiles se empiezan a exhibirse como variantes peronistas más potables: los Sola, los Scioli, los Macri, los De Narváez.
El peronismo es un mutante olvidadizo y pragmático. Todos los nombres que se barajan hacen años tienen que ver con el deterioro social de nuestro país; fueron gobernadores, ministros, diputados, y cantaron loas a Menem, aplaudieron al Adolfo, apoyaron y luego traicionaron a Duhalde; se hicieron K y ahora recelan.
Es hora de otra cosa. Como dice esa maravillosa canción de SERRAT: "La gente va muy bien para vencer obstáculos, para darnos sorpresas, recobrar la memoria y emplear la cabeza. Para cambiar la historia y unidos buscar el camino que lleva al Edén." YA ES HORA.
Gustavo Aramburu
gleonar63@hotmail.com