Fortalezas y debilidades de un año que termina
Cuando 25 años atrás Raúl Alfonsín asumía la presidencia de la República luego de la más espantosa dictadura, que no la única pero sí la última, una luz de esperanza iluminó la escena con la potencia digna del acontecimiento.
Atrás quedaban para siempre el autoritarismo que tanto había dañado la trama social de nuestro pueblo y las multitudes en plazas y calles colmaban de jubilosa esperanza la etapa que se ponía en marcha.
El sólo hecho de verlo a bignone saliendo de donde jamás debieron entrar era por sí solo una invitación a la ilusión.
Más aún cuando apenas 5 días después el Presidente anunciaba lo que había anticipado en la campaña y lo mostraba en la plenitud de su autoridad: los jefes militares de la dictadura y los de las organizaciones subversivas iban a parar al banquillo de los acusados por el simple y natural tratamiento que merecen los delincuentes.
Es claro que nada sería fácil ni rápido, pero las bases de la solidez del sistema estaban echadas y no por casualidad entonces hemos logrado ser testigos y protagonistas del más largo período de vigencia institucional ininterrumpida que registra la Historia del País.
Por supuesto que quedaron cosas sin hacer, que hay también muchas otras que se hicieron mal, pero el balance merece holgadamente el reconocimiento unánime para quien supo poner en marcha el motor que no sin tropezones nos ha permitido disfrutar de la posibilidad de equivocarnos o acertar sin esa espantosa sensación de saber que una mañana un cualquiera podía alzarse en armas contra las Instituciones de la democracia.
Si bien en el curso de la Historia un cuarto de siglo es apenas un instante, no lo es así para los contemporáneos, razón por la que es válido ver cómo estamos, cuáles son las tuercas a ajustar y cuales los procedimientos, los actores y los estilos que deberíamos corregir.
A nadie puede escapar que algo ha pasado para que la euforia popular trocara en las mínimas expresiones de festejo que prácticamente hicieron que la fiesta del cumpleaños de la recuperación democrática pasara inadvertida.
En este sentido, nobleza obliga a destacar la inexplicable indiferencia en nuestra ciudad, cuna del capitán que guió el barco en los difíciles primeros metros y que por ello hubiera merecido una convocatoria que con solo cantar el Himno en la plaza hubiera alcanzado para expresar el orgullo de ser de acá, si ese orgullo efectivamente existe.
Si así fue en Chascomús, no puede sonar extraño las actitudes meramente formales y especulativas del Gobierno, que por supuesto no está para fiestas porque a nadie le quedan dudas que se les viene el agua, con la inevitable consecuencia de que, como siempre, nos vamos a mojar más los ciudadanos de a pie que los que pueblan los oropeles del poder.
Un día antes del aniversario, el “no ex” presidente reunió en el edificio del Correo a su menguada tropa para repetir una de sus antológicas exposiciones de histerias, amenazas y fantasías de desbordante delirio.
El que no dice amén es un destituyente, la prensa una desestabilizadora y los que se van, (cada día más y más rápido), meros traidores del “proyecto nacional”.
Para esquivar algún protocolo inexcusable, la Señora se fue a Moscú a conocer la Plaza Roja, a dormir en el Palacio de Gobierno y a escenificar una reminiscencia ideológica que seguramente le habrá recordado los lejanos tiempos idos de “Perón, Evita, la patria socialista”.
Mientras tanto por acá se puso en marcha la máquina de anunciar, que parece hará posible que el “efecto jazz” que despectivamente bautizara nuestra Presidenta en la sede de las Naciones Unidas llegue, pero no demasiado, como si la Argentina estuviera fuera del Mundo.
Es claro que para ello será necesario que no ocurra lo que con el anuncio de los millones de dólares que traía el Presidente chino o lo que sucedió con el plan de créditos hipotecarios que aseguraba que con sólo ir al Banco con el recibo de alquiler alcanzaba para salir con el crédito para comprar la casa con una cuota igual a la del alquiler.
Lo que sí es seguro es que la todavía presente disponibilidad de la mayoría fiel en el Congreso permitirá a los amigos el ingreso de dinero de dudoso origen, la amnistía impositiva y la inmovilidad del impuesto al cheque, que permitirá seguir con la concentración económica que hace posible dominar a gobernadores e intendentes a chequera limpia.
Ni el blanqueo, ni la amnistía impositiva, ni el impuesto al cheque ni ninguna de las medidas anunciadas le cambiarán la vida a los de más abajo, que seguirán siendo dependientes del favor que sólo llega 30 días antes de cada elección.
Peor aún, (porque la capacidad de daño no parece tener límites), es el resultado de la encuesta hecha en 5 provincias argentinas en la que apenas el 30 % de los chicos consultados dijeron considerar a la Democracia como el mejor sistema de Gobierno.
Es que nunca el fruto ha de caer lejos de la planta.
Por ello es que hay que alimentar la idea de que es tiempo de talar y sembrar otra especie.
Por supuesto que por los caminos de la Ley, para que se quede tranquilo el compañero de alcoba de la Presidenta y su empequeñecido grupo de asistentes cuya lista de bajas crece tan rápido que ni Moreno podrá dibujar como hace con las cifras del INDEC.
Héctor Ricardo Olivera
Fuente: http://www.elsolfm.com.ar/datanota.php?id=1799