A la Corte no le interesan los juicios por corrupción
¿Vieron que tenía razón? Ayer publicó miradornacional.com una nota de mi autoría sobre las razones por las que no avanzan las causas contra los funcionarios, que incluía una duda (más que eso en realidad) acerca de las verdaderas intenciones de la Corte Suprema al respecto.
Por si alguien creyó que había exageración en el artículo, ayer mismo el Presidente de la Corte Suprema -vocero habitual del cuerpo- en una de sus habituales presentaciones mediáticas, pidió mayor celeridad a los jueces en la resolución de algunas causas haciendo especial hincapié en las que tienen que ver con la violación de derechos humanos durante el infausto proceso, respaldando obedientemente los pedidos del y la presidente de la Nación al respecto. Por supuesto que nada dijo sobre las causas contra Jaime, De Vido, Néstor Kirchner y todos los otros funcionarios del actual gobierno involucrados en centenares de denuncias.
Skanska, Antonini Wilson, Micieli y tantos otros casos escandalosos no le pareció al Presidente de la Corte Suprema que tuvieran que ser diligentemente tratados.
Pero lo más grave es que no dijo nada sobre un caso que tiene la Corte para resolver hace ya demasiado tiempo como es el de la inconstitucionalidad de la nueva composición del Consejo de la Magistratura. Parece que eso no es importante, que no está atrasado y que al pueblo no le importa. Tampoco parece importarle a los periodistas sorbecalcetines que tratan temas judiciales, que respetuosamente omitieron cualquier referencia al tema porque ya sabemos que “de eso no se habla”.
Lorenzetti vio la paja en el ojo ajeno, pero ni se molestó por la viga en el propio.
En fin, reitero lo de ayer: esta Corte es técnicamente mejor pero tan oficialista como la anterior. Ojala me equivoque.
¿Por qué no avanzan las causas contra funcionarios Kirchneristas?
Debe haber varios miles de jueces en nuestro querido país. Seguramente la inmensa mayoría son personas honestísimas que cumplen acabadamente con sus tareas y que no merecen reproche alguno. No obstante, si se hiciera una encuesta referida a la valoración que se tiene de la justicia argentina el resultado sería catastrófico.
¿Y eso porqué? Porque los jueces cuya tarea tiene repercusión pública son sólo una pequeña minoría y generalmente están vinculados a la tarea penal y, lógicamente, dentro del campo penal los que sobresalen son los jueces federales que deben entender en los casos vinculados con el ejercicio del poder.
La dependencia de los jueces federales del poder político se “blanqueó” cuando el inolvidable “mingo” Cavallo hizo conocer el caso de la servilleta. Por si no se acuerdan, Cavallo dijo que el entonces ministro del interior Carlos Corach había escrito en una servilleta de papel el nombre de los jueces federales que él controlaba; lo que era un secreto a voces pero nunca había sido tan paladinamente deschavado. Recuérdese también que aquellos jueces cobraban un sobresueldo importante en tiempos del menemismo, según se supo. Algunos de aquellos ya no están pero sus reemplazantes son (puede ser que haya excepciones pero no se conocen) hijos del kirchnerismo.
Los diarios que todavía no pudo comprar ni fundir el actual gobierno publican infinidad de denuncias de todo tipo contra “el” y “la” presidente, sus ministros, secretarios de estado y funcionarios de toda clase, pero esas denuncias se adormecen y terminan olvidadas cuando quedan a cargo de los jueces. ¿Cómo hacen para aletargar los procesos? Se pelean por quién tiene la jurisdicción, desdoblan y acumulan causas de manera tal que cambian permanentemente de juzgado, ordenan pericias interminables, se toman vacaciones, atienden otras causas…hasta que, de pronto, nadie se acuerda del caso y todos se sientan a esperar el milagro de la prescripción de la causa.
Hay un secretario de estado (el de Transporte) que acumula decenas de causas sin que haya habido hasta ahora noticia del estado de las mismas y su ministro (De Vido) tiene también blindada su persona contra el procesamiento. Se podrían dar muchos ejemplos de verdaderos escándalos judiciales pero recordemos a título de ejemplo el paradigmático caso del inefable Antonini Wilson, el caso Skanska, el enriquecimiento ilícito del cónyuge de Cristina, etc. etc.
Claro que hay causas que se desarrollan rápidamente; en ellas los jueces proceden a toda velocidad y son generalmente severos. Si alguno se hace el distraído de inmediato recibe la reprimenda pública y se pone a trabajar muy solícito. Esas son las causas que el gobierno impulsa contra ex militares que en estos tiempos son, por lo menos, octogenarios y aparecen balbuceantes, enfermos, desarmados, sin amigos ni protectores. Ahí sí que son valientes los jueces y proceden con toda energía (lo que no está mal, por cierto, pero suena desparejo). Cuando estos ex militares hoy decrépitos o sus amigos tenían las armas en las manos no eran estos jueces ni jueces como estos, ni estos políticos kirchneristas ni políticos como estos los que salían a denunciarlos; eran el obispo de Nevares, las monjas francesas, Perez Esquivel, Raúl Alfonsín y las “locas” de la Plaza de Mayo entre tantos otros verdaderos valientes.
Sucederá que algún día, cuando el kirchnerismo ya no sea poder en Argentina, algunas de estas causas ya habrán prescripto pero otras no. Entonces estos mismos jueces, acosados por la opinión pública, “recordarán” la existencia de los casos que queden en trámite y veremos desfilar por los tribunales a los que hoy son intocables; porque los jueces kirchneristas asumirán entonces su independencia y “se darán cuenta” de que se deben al pueblo que les paga y los llena de canonjías y no al poder que los designó.
Sé que alguien dirá -de hecho me asombra la ingenuidad de algunas personas bienintencionadas- que nos queda la “reserva moral” de una Suprema Corte mejor que la del menemismo. Es, en efecto, evidente que desde el punto de vista técnico esta Corte es mucho mejor que aquella; la calidad del trabajo, la mesura y hasta la presencia merecen el reconocimiento general, pero… siempre hay un pero… en el fondo esta Corte le debe a la ciudadanía algunos fallos que, sospechosamente, están demorados, muy demorados -como el caso de la constitucionalidad de la actual integración del Consejo de la Magistratura- o son inocuos como el del Riachuelo donde, en lugar de condenar a los que contaminan, se limita a aconsejar la limpieza de la contaminación, cosa que todos sabemos que es imposible en el corto plazo.
Mientras tanto, a la vez que la inmensa mayoría de los jueces trabajan honesta e intensamente en condiciones que a veces resultan hasta oprobiosas, estos pocos jueces del kirchnerismo seguirán haciendo lo que hacen, es decir, en el mejor de los casos: nada.
Fuente: Darío Rinaldi para Mirador Nacional en http://miradornacional.com/?q=node/5265