Ricardo Alfonsín, dueño del sagrado escritorio de su padre
El escritorio está intacto. Casi nada cambió de lugar. Todas sus fotos, libros, diplomas y gran parte de sus recuerdos están ahí. Conservados. Ricardo Alfonsín se sienta ahora en el mismo sillón que muchas veces usó su padre. Por momentos, piensa que es mentira que Raúl Alfonsín se murió hace más de dos meses.
Cada vez que va a un acto político un video lo trae de vuelta y de golpe a la realidad. Es candidato a diputado en la lista del Acuerdo Cívico y Social que lidera Margarita Stolbizer en la provincia de Buenos Aires. "En todos lados donde voy pasan fotos o discursos de mi padre y ahí es cuando me doy cuenta que ya no está", recuerda hoy Ricardo Alfonsín. Admite en la intimidad que sigue actuando como si su padre siguiera vivo.
Está vestido con un traje del ex presidente. "Me queda grande, no soy tan gordo como el viejo, pero si sigo así voy camino a eso", confiesa. Empezó hace un tiempo a usar camisas, trajes y algunos sacos de su padre. Es otra de las formas de sentirse cerca. No volvió a ir al cementerio de la Recoleta, donde ya está la bóveda definitiva en la que descansan los restos del ex presidente.
"No he tenido tiempo de volver", se lamenta.
El escritorio de Raúl Alfonsín es de madera oscura. Arriba de una pila de libros está uno de los tantos que no pudo llegar a leer: "El poder y el contra poder en la era global", del sociólogo alemán Urlich Becker. Fue regalo de Ricardo, amante de los libros.
El es también uno de los pocos que se anima a entrar en el lugar. Decidió trabajar en las oficinas de su padre.
El teléfono suena a cada rato. Margarita Ronco ordena cartas, cajas y cajas. Fue la fiel secretaria de Raúl Alfonsín desde 1982 y lo visitó hasta sus último días; le leía los diarios. Hoy colabora con el hijo del ex presidente, en el mismo lugar.
Nada de silencio. El intenso movimiento que hay hoy en el departamento que está sobre la Avenida Santa Fe borra por un momento la gran ausencia.
Hasta la kinesióloga que atendió al ex presidente pasó en estos días a dejar unos alfajores. Los que más cerca estuvieron de Raúl Alfonsín, amigos como Mario Brodherson, Mario Losada y Marcelo Bassani, no quieren entrar en el escritorio. Prefieren el living. A muchos les pasa lo mismo cuando hablan entre ellos: "Che, ¿pasaste a ver al jefe?", se le escapa a alguno y enseguida se frena.
Ricardo Alfonsín recibió de su padre una de las principales herencias: su biblioteca. Son cerca de 10.000 ejemplares, todos ordenados por autores y tema. Muchos de los libros están subrayados o tienen anotaciones, una manía que tenía Raúl Alfonsín y que repite su hijo. Una parte de la biblioteca está en Chascomús con 4.000 libros que pertenecen a la etapa hasta que Alfonsín estuvo en la presidencia. La otra parte está en el departamento.
Ricardo Alfonsín elige un libro. Las luces están bajas. "Todavía no me pude llevar ninguno para leer", cuenta. Suele leer entre cuatro o cinco libros por mes. Pero no son los libros para él la principal herencia: sino la vida de su padre, su conducta, el respeto por las instituciones de la democracia y el desprecio por la frivolidad y lo material.
Hay una obsesión por mantener todo igual en el departamento en el que vivió y trabajó Alfonsín. El lugar tiene un significado muy especial para la familia. Por eso, en las oficinas siguen trabajando Margarita Ronco, y otras dos colaboradoras, Haydeé y Marita. Sobre la mesa que está en la habitación destinada a la biblioteca hay varias cartas que siguen llegando con mensajes de condolencia.
Hay en un pasillo también cinco cajas de cartón gris que envió en estos días la Cancillería. Son cuadernos de cuero negro con cientos de mensajes en distintos idiomas que enviaron desde las embajadas. Mensajes de embajadores, políticos, residentes. Todos los que siguen yendo al departamento se emocionaron cuando abrieron las cajas y empezaron a leer. Ahora colaboran con Ricardo Alfonsín, al que le dicen "Richard".
En su escritorio, Raúl Alfonsín leía y escribía. Lo mismo hace hoy su hijo. El candidato tiene planes después de las elecciones: recorrer el país y trabajar ahí por el fortalecimiento de la UCR. Está convencido de que en la Argentina tiene que volver el bipartidismo. También quiere relanzar una fundación para elaborar propuestas.
Se dedicó 20 años a su profesión de abogado y empezó hace una década a dedicarse por completo a la política. De la forma de hacer política de su padre, Ricardo Alfonsín continúa con la costumbre de hacer recorridas y mantener el contacto directo con la gente. Hoy recibe parte del cariño que le tenían a su padre y cuenta a sus íntimos que todavía hay gente que cuando lo ve, se le larga a llorar. Algunos de sus amigos dicen que ya no se puede ir con "Ricardito" -también muchos lo llaman así- a tomar un café: todo el mundo lo saluda.
El admite que el fallecimiento de su padre no sólo potenció al radicalismo sino también a él mismo. "Yo no sé si cambié yo, o cambiaron ellos. Pero mi opinión ahora pesa distinto, importa más que antes", ha dicho.
Con Margarita Stolbizer, que encabeza la lista, se llevan bien. No son amigos. Luego de la muerte de Raúl Alfonsín un operador radical le sugirió que ellos debían encabezar la lista y no la Coalición Cívica. Ricardo Alfonsín lo sacó corriendo.
La relación con Elisa Carrió ahora está bien porque se reconciliaron. Se habían distanciado cuando la líder de la Coalición Cívica dejó el radicalismo y castigó duro al partido y al ex Presidente.
Pese a que ahora integran un espacio en el confluyen la UCR y la Coalición, Ricardo Alfonsín quiere que Stolbizer y Carrió vuelvan a la UCR. Nunca lo hablaron en serio, pero Ricardo Alfonsín quiere hacerlo después de las elecciones. No es lo que tienen pensado Carrió ni Stolbizer.
El regreso del vicepresidente Julio Cobos a la UCR es un hecho, sólo que para guardar las formas van a esperar a que se vaya del poder. Con él tiene buen trato y coincide en que debe fortalecerse la UCR.
Ni el hijo de Alfonsín cree que haya un heredero político de su padre. Más bien, hay hoy una falta de liderazgo. Todos estaban acostumbrados en momentos de decisiones difíciles a buscar en Alfonsín un consejo: o para descansar en él si la decisión era acertada o también para echarle la culpa, si se habían equivocado.
Muchos de los que integraban el círculo íntimo de Alfonsín leían el diario siempre de la misma manera: primero buscaban la palabra Alfonsín y después leían el resto. Ahora algunos conservan el hábito pero lo hacen con el hijo, que como está en campaña aparece seguido en los diarios.
Ricardo Alfonsín se reconoce en su padre en algunos hábitos cotidianos. Su avidez por la lectura, dormir la siesta y el gusto por la comida.
"Igual que el viejo, después de cada acto es sagrado ir a comer una buena comida", confiesa en la intimidad del escritorio de su padre.
También es muy callado. Eso casi una tradición familiar secreta de los Alfonsín. Cuando el ex Presidente se reunía con sus hijos varones alguno decía "Che, ¿qué más?" y ahí se daban cuenta que no habían hablado nada.
Ricardo Alfonsín dice de si mismo que no es una persona importante en la política. Pero desde el escritorio de su padre piensa en el futuro. Lo único que se llevó suyo a ese lugar casi sagrado son sus cigarrillos "Derby", infaltables.
Fuente: por Paola Juárez en http://www.clarin.com/diario/2009/06/07/elpais/p-01934479.htm