miércoles, 4 de febrero de 2009

Mauricio y Felipe, un solo corazón...

Es una apuesta contra los Kirchner, pero que fragmenta a la oposición. De las dos definiciones con que Felipe Solá disipó, en parte, el sopor político del verano una suena definitiva y la otra está todavía por verse. El diputado bonaerense -si es que hasta ayer quedaba alguna duda- firmó su divorcio con Néstor y Cristina Kirchner. La trama de la supuesta alianza con Mauricio Macri está tejida todavía con hilos delgados y restan ocho meses para las elecciones legislativas.

Aunque se trate de personalidades muy distintas, también Carlos Reutemann semanas atrás devoró por días el interés público del verano cuando se postuló para la candidatura a presidente en el 2011. Ahora ha puesto en duda, incluso, su postulación para renovar la banca de senador en octubre. La política argentina es así de vaporosa.

Solá no es Reutemann. El ex gobernador de Buenos Aires tiene entre ceja y ceja la ambición presidencial.

Y está convencido de que esa carrera quedará trunca si no empieza a ofrecerse ahora mismo a la sociedad como una alternativa al ciclo kirchnerista. Hay que recordarlo: el diputado tiene mandato vigente hasta el 2011. Deberá renunciar bastante pronto para meterse de nuevo en el ruedo electoral.

Solá había hecho, antes del anuncio de ayer, algunas pruebas. Apenas formalizó su separación del bloque de diputados del PJ asomó al lado de Eduardo Duhalde. El ex presidente maneja un grupo de peronistas disidentes y es un enconado opositor a los Kirchner. Tiene un vínculo bien oscilante con Macri. Aquella fotografía envejeció con rapidez porque el diputado comprendió que esa cercanía resultaba antagónica con su propósito de promoverse como una futura variante superadora del kirchnerismo.

Existía otra realidad. Solá mantuvo siempre una relación inestable con el ex presidente.

Lo responsabilizó de haberle alambrado el territorio de los intendentes bonaerenses en sus primeros tiempos de gobernador. Esos intendentes se fueron en el 2005 detrás de Kirchner.

También Solá empezó a dialogar con Roberto Lavagna. Ese diálogo, que se sepa, no ha sido interrumpido. Aunque quedan dudas acerca de cómo podría engarzar el "centro progresismo" que pregona el ex ministro de Economía con los postulados del macrismo.

Otro acercamiento de los últimos tiempos de Solá fue con Alberto Fernández, el ex jefe de Gabinete de Kirchner. Más que de los últimos tiempos, de las últimas horas: estuvieron el lunes juntos, un largo rato, acompañados por un encuestador, para sacarle punta a la realidad.

Alberto Fernandez tiene, al mismo tiempo, una coincidencia y una disidencia con Solá. Supone que el diputado posee potencial político para convertirse en presidenciable. Tal vez, incluso, para ser el heredero de los dos períodos kirchneristas. Un heredero capaz de remozar estilos y propuestas.

El ex jefe de gabinete, en cambio, discrepa con el empecinamiento de Solá para competir en octubre. "Tenés dos años más en la banca. Aprovechalos para marcar tus puntos de vista y recorrer el país", le aconsejó.

¿Por qué razón ese consejo? Porque estima que las elecciones de octubre en Buenos Aires podrían polarizarse entre la Coalición Cívica, que llevaría de candidata a Margarita Stolbizer, y el kirchnerismo. Además, Francisco De Narváez ya ocupa un lugar neoperonista. "Vas a quedar encerrado y te será difícil comprometer al Gobierno", insistió Alberto Fernández.

Lo que nunca imaginó el ex jefe de Gabinete fue que Solá terminara proponiendo una posible sociedad con el macrismo. Nadie podría decir que entre Alberto Fernández y el ex gobernador bonaerense se acaba de abrir un abismo: pero la figura del jefe de Gobierno porteño es indigerible para cualquier proyecto que pretenda prohijar el ex funcionario kirchnerista.

En todo caso, podría ocurrir a partir de ayer que Alberto Fernández ya no disponga de espacios para hablar sobre Solá delante de Kirchner. "Es un traidor", lanzó hace pocos días el ex presidente cuando Alberto Fernández merodeó la cuestión.

Habrá que ver cómo evoluciona el esbozo de Solá con el macrismo. Sobre todo si se tiene en consideración que en el horizonte del diputado está la batalla presidencial. ¿En el de Macri acaso no?

Nunca es bueno para un gobierno sufrir desgajamientos electorales. Aunque ese desgajamiento empezó a generarse durante el conflicto con el campo. Pero también parece cierto que la sobreoferta electoral en Buenos Aires podría terminar favoreciendo los planes kirchneristas. El matrimonio sabe que en la principal geografía del país se puede jugar en octubre el destino final de su proyecto.

Desde 1983 se realizaron doce elecciones en Buenos Aires, incluyendo la de Constituyentes para la reforma constitucional. El peronismo perdió allí sólo en cuatro ocasiones. Dos veces con Raúl Alfonsín en 1983 y 1985, con el auge del retorno de la democracia y la esperanza del Plan Austral. Las otras dos fueron con la Alianza en comicios cuya característica fue la polarización. Y una de esas derrotas resultó parcial: en 1999, cuando se impuso Fernando de la Rúa, la Alianza ganó en las legislativas bonaerenses, pero perdió para la gobernación.

El ejemplo más válido ocurrió en las legislativas de 1997. La irrupción de Graciela Fernández Meijide sorprendió a la portentosa maquinaria duhaldista. Fue posible gracias a aquella polarización: la mujer del Frente Grande obtuvo el 46% de los votos, pero Chiche Duhalde, aún en la derrota, se quedó con el 40%. El resto pasó casi inadvertido.

Podría ocurrir -todo puede serlo- que Solá, Stolbizer o De Narváez replicaran la actuación de cualquiera de aquellas mujeres. En la victoria o en la caída no estaría nada mal. Pero a ocho meses de la elección esa chance aparece altamente improbable. La tendencia natural sería a la fragmentación en el arco opositor.

Eso podría permitirle a Kirchner y a Cristina amortiguar en Buenos Aires las derrotas que vienen cantadas en los grandes centros urbanos. Capital, Córdoba, Mendoza y Santa Fe parecieran no tener remedio para el oficialismo. Santa Fe plantea un dilema adicional por la competencia entre Carlos Reutemann y Agustín Rossi.

Pero son todos estos, por ahora, sólo aprontes. También quizás el de Solá.

Fuente: Por Eduardo van der Kooy para clarin.com en http://www.clarin.com/diario/2009/02/04/elpais/p-01852269.htm

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